Todos lo saben, constructores y artesanos, maestros de la piedra. Que, cuando cae la noche, una tenue luz titila tras una de las arcadas de la torre. La luz del día desdibuja su cerco pero la noche arranca filos tersos a su dintel ovalado; todos lo saben y todos callan. ¡Oh, el silencio de la noche, iluminista del tiempo retratista que mecanografía los espacios...
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Nuestras vidas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que tú seas el lector de estos ejercicios y yo su redactor.